Damos por hecho que los muebles siempre han estado ahí. Pero pocos se han parado a pensar de dónde han venido y cómo han evolucionado. Hasta que llegaron a ser parte fundamental en nuestros hogares.

Estamos acostumbrados a vivir rodeados de muebles. Muebles por todas partes. En casa, en el trabajo, en cualquier bar o en cualquier clínica sanitaria. Hasta en los vestuarios de los espacios deportivos encontramos muebles. Es algo común a lo que todos nos hemos acostumbrado. Tanto, que quizás no hemos pensado, por qué nuestro entorno habitable se copa con muebles de todo tipo y usos.

Todo el mundo sabe que Thomas Alba Edison patentó la bombilla. ¿pero sabemos de dónde viene la idea de hacer sillas?, ¿Quiénes las usaron primero? o ¿Cómo era y cómo ha evolucionado el mobiliario doméstico a lo largo dela historia?

Pues bien, es interesante saber, o a nosotros así nos lo parece, que el mueble más antiguo de la historia, o al menos del que se tiene constancia, es una silla egipcia datada en el S. XXVI. a.C.  perteneciente a la reina Hetepheres.

No obstante el concepto de silla se transmitió a lo largo de los siglos gracias al legado griego. Ellos precisamente, introdujeron el concepto de ergonomía de ἔργο, (obra) y trabajo (nomía), que se define como el estudio de datos biológicos, es decir, el cuerpo humano, y el estudio de los datos tecnológicos aplicados a problemas de mutua adaptación entre el hombre y la máquina.

Hablando claro, lo que la ergonomía busca es la comodidad de la postura en el cuerpo humano a la hora de realizar un trabajo.

Es por esto, por lo que a la civilización griega le debemos que nuestro mobiliario sea sencillo y cómodo para el uso, aunque bien es cierto que no siempre ha sido así en su más estricto sentido.

De los griegos a nuestros días, muchos cambios sociales y artísticos se sucedieron. Y el diseño del mobiliario no se quedó fuera.

Si durante toda la etapa de la historia antigua el mobiliario era básico y enfocado a la utilidad del mismo, con la edad moderna el mueble pasó a tener estatus de arte y con ello a complicar sus formas a recargar su estilo, especializar más la producción  y a encarecer el acabado final del mismo.

Entre los siglos XVII y XVIII aparece la pieza sin la que hoy muchos no podrían vivir, hablamos del escritorio. Aunque en nuestros días sea algo tan común, tan poco insólito, no siempre fue así.

Producto de la necesidad de la sociedad del momento, en una época en la que el pensamiento y el estudio se erigieron como una forma de vida, estos primeros escritorios solían presentar una estructura delgada con algunos cajones, en los que se incluía tres separaciones para que el estudioso colocara útiles de escritura, como la pluma, la tinta y el papel secante.

De la sencillez y armonía del renacimiento se pasó al conocido Rococó (la rocaille y le coquilles), donde esta pieza mobiliaria tomó formas recargadas pero no por ello menos hermosas.

Es en este periodo, cuando el sector del mueble comienza a tomar un gran impulso, la alta sociedad vivía rodeada de lujos. El mobiliario era considerado como medidor del poder adquisitivo y la posición social de la casa a la que pertenecía. Por lo que los maestros ebanistas se encuentran con una gran demanda de encargos.

Desde suntuosas camas con doseles, a chaise longe, sillones vis-a vis, conocidos como bancos de cortejo (en forma de s, propios en salones), hasta el fauteuil a coiffer, (banco de peluquería).

Los ebanistas pasaron a ser un gremio muy apreciado por la sociedad, elevado a la categoría de artistas. Hoy día todo ha cambiado, con la industrialización y las nuevas tecnologías, el tiempo de producción y el precio del mueble se ha visto disminuido considerablemente, haciendo que todos, en nuestras casas podamos tener un mobiliario que nos facilite la vida, a una buena relación calidad – precio.

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